miércoles, 13 de agosto de 2025

Psicología Jurídica: Convierte Adversarios en Aliados con el Efecto Franklin

 


Psicología Jurídica: Convierte Adversarios en Aliados con el Efecto Franklin.

La historia que viene a continuación es real y muy reveladora.

Benjamin Franklin tenía un rival político particularmente hostil.

En lugar de enfrentarlo, Franklin le pidió prestado un libro raro de su biblioteca. Un gesto pequeño, casi insignificante.

El rival accedió.

Y a partir de ese momento, su actitud hacia Franklin cambió radicalmente: se volvió más cortés, más abierto… incluso amistoso.

“Me lo prestó de buena gana”, escribe Franklin en su autobiografía, “y cuando se lo devolví, me agradeció cordialmente. A partir de entonces, me demostró más interés y buena voluntad que nunca.”

Franklin descubrió así un mecanismo que hoy la psicología conoce como efecto de disonancia cognitiva invertida:

Cuando ayudamos a alguien que no nos cae bien, nuestro cerebro busca coherencia emocional.

Y la manera más fácil de resolver esa contradicción es… empezar a apreciarlo.


¿Qué explica este fenómeno?

Este efecto se basa en la teoría de la disonancia cognitiva, formulada por Leon Festinger en 1957.

La idea principal es que las personas sentimos incomodidad cuando nuestras acciones contradicen nuestras creencias o actitudes.

Y para reducir esa incomodidad, ajustamos lo que pensamos para que encaje con lo que hacemos.

En el caso del efecto Franklin:

“Ayudé a esta persona.”
“Pero no me gusta.”
→ Inconsistencia.

Entonces el cerebro razona: “Debe haber algo valioso en esa persona si decidí ayudarla…”. “Tal vez no es tan terrible como pensaba”. “En realidad, es razonable”.

Así, el acto de dar genera afecto retroactivo. No por gratitud ni por mérito.

Sino porque ya invertimos algo en el otro, y esa inversión necesita justificarse internamente.

La lógica habitual no funciona siempre

La mayoría de las personas creen que: primero me caes bien → entonces te ayudo.

Pero el efecto Franklin demuestra que también funciona así: primero te ayudo → entonces empiezo a apreciarte.

Esta inversión lógica es útil para:

 Generar cercanía con escépticos o detractores
 Desactivar hostilidad en negociaciones o dinámicas de poder
 Construir relaciones donde no hay afinidad previa
 Fomentar lealtad o reciprocidad emocional sin forzarla

Las aplicaciones son múltiples.

Pedir consejo o ayuda a alguien del equipo que se siente excluido puede integrarlo más que felicitarlo sin fundamento.

En ventas, pedir un micro compromiso (una opinión, favor, prueba) antes de una oferta comercial puede suavizar el terreno.

Y en liderazgo, involucrar a una persona difícil en la solución de un problema concreto puede disminuir su resistencia general.

No se trata de manipular, se trata de entender cómo funciona la mente humana: necesitamos coherencia.

Y cuando nuestras acciones no encajan con nuestras creencias, cambiamos las creencias, no las acciones.

Ahí está la fuerza del modelo.


Un día, un estudiante se acercó a Buda buscando respuestas sobre los grandes misterios de la vida.

Buda le respondió con una historia:

"Imagina que un hombre es alcanzado por una flecha envenenada. Llega un médico para ayudarlo, pero el hombre lo detiene y dice: ‘¡Espera! Antes de que me trates, quiero saber quién me disparó, de qué aldea viene, de qué madera está hecho su arco…’"

Y Buda concluye: “Ese hombre moriría con todas sus preguntas sin responder.”

Así somos muchas veces. Nos atraviesan las flechas del miedo, la duda o el fracaso, y en lugar de actuar, queremos entenderlo todo primero.

Pensamos que, si analizamos un poco más, si reunimos más información, si encontramos la respuesta perfecta… entonces empezaremos.

Pero no funciona así.

No puedes pensar tu camino hacia una mejor vida. Solo puedes actuar hacia ella.

Y como emprendedor, esto es aún más claro.

No necesitas otro curso más. No necesitas entender cada riesgo. No necesitas tener todo resuelto.

Lo que necesitas es mover ficha. Lanzar. Llamar. Probar. Vender.

El aprendizaje está en el camino. Las respuestas que buscas están en las acciones que evitas.

¿Quieres claridad? Actúa.
¿Quieres propósito? Lanza algo.
¿Quieres libertad? Vende algo real.

¿Estás esperando entenderlo todo antes de moverte o listo para sacar la flecha y empezar a vivir?
El Abogado Que Actúa: Más Allá de la Teoría, la Victoria Está en el Movimiento

En el mundo del derecho, a menudo caemos en la trampa de la parálisis por análisis. Pasamos horas investigando precedentes, debatiendo la interpretación perfecta de una norma, o esperando el momento "ideal" para presentar un recurso. Queremos entender cada detalle, anticipar cada objeción del adversario, y tener una respuesta infalible antes de mover una sola pieza. Al igual que el hombre de la flecha envenenada de la parábola budista, corremos el riesgo de morir con todas nuestras preguntas resueltas en teoría, pero sin haber actuado para salvarnos.
La verdad es que la claridad en el derecho no siempre precede a la acción; a menudo, es su consecuencia. ¿Quieres entender un caso complejo? Empieza a interrogar testigos, a recopilar pruebas, a redactar el primer borrador de la demanda. Es en el "hacer" donde surgen las dudas reales, pero también las soluciones ingeniosas. Las respuestas que buscas sobre cómo argumentar, qué estrategia seguir o cómo convencer al tribunal, no están solo en los libros, sino en las acciones que evitamos por miedo a equivocarnos.
Y aquí es donde el "Efecto Franklin" encuentra una aplicación sorprendente. En el ámbito legal, donde las relaciones pueden ser tensas y los adversarios hostiles, a menudo evitamos interactuar con la parte contraria o incluso con colegas con los que tenemos diferencias. Sin embargo, ¿qué pasaría si, en lugar de eso, pidiéramos un "favor" profesional? No se trata de manipular, sino de entender la psicología humana y la necesidad de coherencia.
Pedir un documento que necesitan, buscar una colaboración puntual para una fecha límite compartida, o incluso solicitar la opinión de un colega con el que no congeniamos sobre un punto técnico complejo, puede parecer contradictorio. Pero al igual que el rival de Franklin, cuando alguien nos ayuda (aunque no le agrademos), su cerebro empieza a justificar esa acción, razonando: "Si lo ayudé, debe haber algo de valor en él/ella". Esta disonancia puede suavizar una relación difícil, abrir canales de comunicación inesperados y, en última instancia, facilitar la resolución de conflictos o la construcción de alianzas estratégicas.
No se trata de la grandiosidad del favor, sino de la inversión emocional o mental que el otro hace en nosotros al acceder a nuestra petición. Esta inversión puede transformar la hostilidad en cortesía y la indiferencia en cooperación.
En resumen, tanto si enfrentas un nuevo caso, un cliente desafiante o una negociación complicada, la lección es clara: no esperes a tener todas las respuestas para actuar. Y cuando las relaciones se compliquen, considera la fuerza del pequeño favor. Porque en el derecho, como en la vida, las mayores victorias a menudo no se ganan solo con la razón, sino con la acción decidida y una comprensión profunda de cómo funciona la mente humana.

No confundas estabilidad con seguridad: lo primero a menudo encubre la falta de lo segundo

— Nassim Taleb 

 


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